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Ecocultura, el legado que inicia con la ciénaga de Mallorquín

La administración del alcalde Jaime Pumarejo dejará una huella para esta y muchas generaciones futuras con la gran apuesta ambiental que desde el 2020 ha venido abanderando.

La habilitación del Ecoparque de la ciénaga de Mallorquín consolida a Barranquilla como una Biodiverciudad, debido a que la recuperación del ecosistema ha sido un reto en materia ambiental donde el saneamiento del cuerpo de agua, la conservación y la protección de las especies de fauna y flora presentes han sido los pilares del proyecto.

Hoy la ciudad es referente internacional en dar soluciones a sus problemáticas basadas en la naturaleza. Por eso, el Instituto de Recursos Mundiales (WRI por sus siglas en inglés), junto a UrbanShift y Cities4Forests, la eligieron como caso de estudio para compartir sus experiencias y lecciones aprendidas con otras ciudades de América Latina y el Caribe.

El ecoparque es referencia en esta materia; los visitantes locales, nacionales e internacionales, encontrarán zonas de circulación inmersa entre los mangles y el humedal, con el objetivo de crear conciencia y responsabilidad a las personas que interactúan con el ecoparque, al tratarse de una experiencia y una actividad nueva para Barranquilla y sus visitantes.

La ecocultura será la voz de la biodiversidad

La recuperación y conservación de la ciénaga de Mallorquín es la misión primordial de esta experiencia, por eso cada persona que visita el ecoparque tiene el deber de aplicar la ecocultura, así como aquellas acciones de disfrute responsable y consciente con el medioambiente.

Es por eso por lo que se debe contemplar y respetar el sonido de la naturaleza, guardando silencio para darle ‘voz’ a la biodiversidad.

Además, se deben cuidar los senderos, evitar maltratarlos o rayarlos ya que son el camino que conduce a la conexión con la ciénaga de Mallorquín.

Es importante tener en cuenta que antes de iniciar el recorrido se debe aprender sobre la importancia del humedal y sus más de 144 especies de aves, 36 especies de peces, mamíferos, reptiles y crustaceos, así como la flora conformada por mangle rojo (Rhizophora mangle), amarillo (Laguncularia racemosa), salado (Avicennia germinans) y Zaragoza o gris (Conocarpus erectus), cuatro de los cinco tipos de mangle presentes en todo el país.

Los senderos son un viaje de descubrimiento lleno de tranquilidad y aire fresco, por lo que es una zona donde los visitantes deben contribuir para que se mantenga libre de tabaco, plástico, material impreso, servilletas y cualquier residuo que pueda contaminar, por eso la invitación es a usar la creatividad y a pensar en otras alternativas; también se debe tener en cuenta que está prohibido el ingreso de alimentos y que se debe llevar la hidratación desde casa en termos reutilizables para evitar generar basuras.

Todos estos componentes que le dan vida al Ecoparque permiten que el proyecto hoy cuente con concepto favorable del Gobierno nacional que ratifica la viabilidad de la declaratoria de la ciénaga de Mallorquín como sitio natural de gran importancia e interés estratégico para el turismo.

El reconocimiento, otorgado por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, se debe también a otras apuestas del Distrito como la playa de Puerto Mocho, el tren turístico del tajamar occidental, el saneamiento del recurso hídrico de la ciénaga de Mallorquín y del ecosistema natural, el desvío y tratamiento de las aguas negras, entre otras acciones.

La construcción del Ecoparque hace parte de los seis componentes de recuperación del proyecto dotado de senderos en palafito, un tipo de construcción sobre el agua, que busca generar experiencias de conexión con el cuerpo de agua y su ecosistema manglar a modo de educación y conciencia ambiental.

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